10/15/2010

Y no se acaba nunca

A veces me asalta la tristeza, en un momento completamente inesperado, fuera de contexto, y no entiendo cómo puedo percibir su ausencia tan nítida e intensamente. Otras veces, un comentario inocente, al azar, hace que me salten las lágrimas. O en ocasiones, un referencia higiénica, insípida y fría me desgarra el corazón -ese desgarre que sientes físicamente, como una descarga eléctrica que recorre tu músculo vital-.

Parece que no, que el duelo no se acaba nunca. Y casi me aterra más su final, olvidar, anestesiar un dolor ya casi recurrente, un dolor que cada vez que se produce la sitúa en el lugar en el que justamente ha de estar: la de una importancia inefable.

Sin embargo, hay momentos en que deseo dejar de percibir, volver a borrar esa certeza de que hay una parte de mí que llora sin descanso. Y también sin consuelo, porque la muerte no permite consuelo.

10/10/2010

Es regnet...überall

Grund







Dolor compartido entre generaciones,
hay ausencias que son puentes de complicidad



Cuando hay que recurrir a la idea de familia no biológica para explicar nexos, complicidades y sentimientos que no se dan en la normalidad establecida




No sé qué haría si no pudiera buscar (y encontrar) tu mirada cuando me expongo ante tanta gente, y la exposición deja de serlo sólo porque estamos nosotros ahí; y no soy yo sola. No puedo serlo.

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