12/07/2010

La parte amarga de la fiesta

Tengo que escribir un artículo sobre la Emilia, y tengo la certeza de que ya está todo dicho; porque lo que no se ha dicho es lo inenarrable de una pérdida.


"Sencillez, justicia, luchadora, ganas de vivir, buena persona, humildad, necesaria, carisma..." sustantivos y adjetivos que sencillamente no tengo ganas de repetir. Qué puedo decir que no se haya dicho, o qué puedo decir que mitigue el dolor: nada. Que un año es demasiado poco tiempo, que hay ausencias que son capaces de determinar tus trayectos cotidianos, capaces de palparse en los momentos más difíciles, a través de las que sigues aprendiendo, resignificando momentos, encuentros, situaciones...

Que hay ausencias, como la suya, frente a las que no hay racionalidad que se resista. Sencillamente, no quiero escribir sobre ella, quiero tenerla aquí. Quiero, hasta casi necesitarlo casi corporalmente, que me diga qué piensa sobre el tema de la seguridad, qué hay que tener en cuenta, que me explique cómo lo percibe ella, discutirle; pensar que se equivoca; darme cuenta de que ni lo uno, ni lo otro.

No quiero escribir sobre ella, porque asumir su muerte ha sido difícil, pero escribir sobre ella es recordarla en vida; y creo que es a eso a lo que me niego. A regresar y revivir su recuerdo, sabiendo que ya nunca será más que aquello que yo pueda conservar en la memoria.



Se nos olvidó asumir que "cap veí fora del barri" era un lema que no podíamos aplicar contra la muerte

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